Rafa Alonso Arenas
N a t u r e P h o t o g r a p h y
La fotografía es movimiento en pausa.
Nos invita a observar, a respirar, a enfocarnos.
¿Te has detenido a reflexionar sobre lo que significa ser humano? ¿Qué lugar ocupamos como especie en este maravilloso planeta azul que llamamos hogar?
Cada célula de cada ser vivo está conectada con nosotros. Plantas, animales, hongos, microorganismos, la biosfera, junto con la atmósfera y la litósfera, bailamos juntos al ritmo de la Canción del Universo, una melodía que al querer separarnos nosotros, los humanos, de la naturaleza, nos negamos a escuchar.
Al pasar tiempo al aire libre podemos reaprender a escuchar a las aves y a los árboles, a desarrollar nuestro olfato para oler las emociones de los otros seres vivos. Podemos descubrir en nuestro caminar el acto de bondad más sencillo: Te veo, nos dice la choya al pasar. Podemos detenernos a devolverle el saludo, regalarle una sonrisa al abejorro, un pensamiento de gratitud al árbol, o un "¡buen camino!" al águila que cruza el cielo.
Ninguna fotografía puede capturar la inmensidad de la magia y de la vida inherente de un paisaje, pero el acto de salir a la aventura, a que esa fotografía nos encuentre, nos acerca un poco más a nuestra familia viviente, y con ello, nos afinamos más a nuestra propia esencia humana.
Para mi esto es la fotografía de naturaleza: una invitación a imaginar, a conectar, a crear, y a recordar que somos parte de un todo. Es un llamado a pasar más tiempo en espacios abiertos, a cuestionar nuestra individualidad, a abrazar nuestra humanidad y nuestra humildad. Es un recordatorio para prestar atención a lo que los paisajes, y todas las especies que los habitan, quieren decirnos. Este mundo está hecho de pura magia viva, y nosotros, al imaginar y ser creativos, canalizamos un poco de esa magia con gusto y con vivacidad.
La próxima vez que camines por un bosque, un campo o una montaña, detente. Observa. Respira. Siente. Y baila con tu humanidad la canción que el universo nos regala.
¡Buen camino!